miércoles, 31 de julio de 2013

Cuidados paliativos: un derecho humano

El Congreso Mundial de Cuidados Paliativos, celebrado en Praga del 30 de mayo al 2 de junio pasados, ha aprobado una Carta sobre los cuidados paliativos como un derecho humano, dirigida a la comunidad internacional. Leer más 

La explotación de las madres de alquiler en la India

Estas prácticas son discriminatorias para las madres gestantes y para los niños nacidos. Leer más

sábado, 27 de julio de 2013

lunes, 22 de julio de 2013

Novela policíaca Ana María

Ana, una policía que perdió a su esposo en un atentado terrorista de Madrid, tendrá que esclarecer el caso de un extraño robo al Banco de España. Con motivo de este suceso conocerá a José, un hombre que cambiará su vida. Amor y armas de fuego se entrelazan en una historia, que es una encendida alabanza de la familia. leer mas. Leer más 


Si te interesa tenerla en libro puedes comprarlo con tarjeta de crédito en: http://www.bubok.es/libros/222373/Ana-Maria

Te lo envían a domicilio. Un cordial saludo.

Ideas sobre la dignidad humana (ensayo breve)

Horatio Nelson fue un conocido almirante inglés que vivió entre los años 1758 y 1805. Tuvo mala salud y llegó a perder un brazo en un combate. Sin embargo era un genio militar. Cuentan de él que, en medio del fragor de las batallas, bajaba a su camarote y abría un misterioso cofre. Rápidamente volvía a subir y, renovado en su ánimo, continuaba dando órdenes muy eficaces. Tras su muerte unos compañeros suyos se decidieron a abrir el misterioso cofre. Contenía un papel en el que estaban escritas estas palabras: "izquierda, babor; derecha, estribor". Leer más

Filosofía y fe católica (Ensayo)

Este trabajo se presenta como una búsqueda de servicio de la filosofía a la teología. Se trata de aplicar una serie de ideas centrales de la filosofía realista al entendimiento de la fe revelada cristiana. Adopta un carácter de ensayo, sin pretender una metodología y un carácter rigurosamente científico. No plantea un sistema cerrado ni con aspiraciones de globalidad.
 El estudio pretende ayudar a entender más la fe para amar más a Dios. Tiene un tono intelectual pero divulgativo, doctrinal y ascético. Se plantea la doctrina en orden a hacerla vida.

sábado, 20 de julio de 2013

Cohabitación: mujeres y hombres no buscan lo mismo

Convivir juntos antes de casarse se ve como un paso previo para conocerse mejor y así evitar las uniones desafortunadas. Pero la cohabitación no está exenta de sorpresas: a menudo sucede que, cuando ellas deciden formalizar la unión después de haber cohabitado, ellos no tienen particular interés en comprometerse de por vida. Leer más

El cuerpo y su belleza

Si un hombre atlético y apuesto esconde un espíritu mezquino su rostro y sus musculillos nos parecerán detestables. Si una preciosa mujer es tonta de capirote elegiremos como amiga a otra más fea pero bellamente simpática e inteligente. Cuando una abuelita nos sonríe transmitiendo bondad y madurez nos encontramos más seguros en la vida. Si un abuelo pasea a su nietecilla de tres años la escena es muy hermosa. La belleza interior es menos inmediata pero más duradera.

            La fachada y la persona

Ya no se suele decir que en un pueblo viven tantos miles de almas; pero lo que nunca se ha dicho es que viven tantos miles de cuerpos. Ni los más acérrimos materialistas se presentan diciendo: “Hola, soy un cuerpo”. Quien más quien menos acepta que es un yo personal donde no todo es un ADN prodigiosamente desplegado. Ciertamente somos cuerpos; pero cuerpos que entienden, aman, odian, estornudan, tararean memeces e incluso son capaces de dar la propia vida para defender la de otros.

            Nosotros vemos personas, no cuerpos. La corporalidad queda intrínsecamente afectada por la personalidad. La personalidad confiere al cuerpo su más significativo alcance. Por este motivo hay enfermos o impedidos cuya fantástico carácter destaca aun más desde su cuerpo discapacitado. Marginar la belleza personal respecto a la corporal es como tirar al niño y quedarse con la cuna. Se trata de algo importante: a los seres humanos nos repugna que nos traten como si fuéramos cosas porque eso es inhumano y en el fondo de ese mal comportamiento está la esclavitud.

            La mente está hecha para buscar la verdad y contemplarla. La voluntad se mueve hacia el bien y en él se complace. El corazón tiende a unirse con aquello que ama. Nuestro cuerpo es la plasmación física de esas búsquedas y encuentros, a veces logrados, en otras ocasiones fallidos. La corporeidad no es una carcasa o un mero instrumento sino que forma parte de nuestra propia persona; pero lo que va contra la razón es reducirnos, en la práctica, a considerarnos meros cuerpos. Los materialismos pasados y presentes tienden a ver nuestras manifestaciones racionales como una especie de plus de energía en una materia evolucionada. Estas posturas desconocen que el propio orden de la naturaleza es inmaterial. La materia no puede ordenarse a sí misma porque no es capaz de dialogar consigo. Su asombrosa ordenación no proviene de ella.

Los rayos de luz están en la atmósfera pero no están hechos de oxígeno. Con las limitaciones de todo ejemplo, algo parecido ocurre con nuestra mente o espíritu respecto a nuestro cuerpo. La armónica y personal unión entre el espíritu humano y su materia propia no puede entenderse a nivel de partículas elementales.

Al cortarnos en pelo no nos arrodillamos en duelo ante nuestros cabellos malogrados. Si alguien tiene la desgracia de sufrir una mutilación procura enterrar su miembro perdido pero no irá a visitarlo con frecuencia. Tan sólo vamos al cementerio cuando allí reposa el cuerpo de un ser querido; pero no vamos a ver a un cuerpo –en absoluto- sino a evocar la vida de una persona, su ejemplo y su cariño.


Belleza inteligente
       
  La dimensión corporal es una realidad fantástica que nos posiciona en el mundo. La belleza del cuerpo es algo muy positivo, pero tampoco conviene exagerar. El Hermes de Praxíteles o la Venus de Boticelli son obras de arte que demuestran perfección del cánon de belleza, pero no me extrañaría que Praxíteles y Boticelli fueran algo feillos y gordetes. Realmente la belleza es muy atractiva pero no somos monos, dicho sea con cordialidad respecto a esos acrobáticos animalillos. Hay bellezas más profundas que se basan la armonía de aspectos del mundo y, sobre todo, en el equilibrio y la formación de personalidades fuertes, atractivas y maduras.

            Dicen que la mirada es la expresión más significativa del cuerpo humano. Ciertamente las miradas de algunas modelos provocativas denotan un coeficiente intelectual notoriamente bajo. Cuando algún cachas muestra a la ciudadanía sus tremebundos bíceps puede mostrar también una mentalidad más simplona que el asa de un cubo. Por otra parte una mirada sincera de cariño limpio nos da vida y la mirada esperanzada de un familiar moribundo nos da eternidad.

            La salud corporal es un bien muy valioso que hemos de custodiar, entre otros modos con una vida ordenada. Cuidar también la apariencia externa no es un tema ligero e insustancial. Pero otra cosa distinta es llegar a un extremo en el que se rinde culto al cuerpo hasta extremos cómicos y, en ocasiones, trágicos. Enfermedades graves relacionadas con trastornos alimentarios tienen, a veces, su origen en una obsesión patológica por la apariencia.

Una persona es una aventura, una misión, una posibilidad del amor, una centella racional que camina en el universo con la mirada hacia el frente. Su cuerpo es un cuerpo esponsal: un cuerpo para la entrega, para la donación. El abrazo a un hijo o a una madre, las manos que sirven la mesa, o trabajan para sacar a la familia adelante, o se estrechan con otras para reconciliarse. Entre estas donaciones está la propia de la conyugalidad entre esposo y esposa en el cariño matrimonial íntimo y puro cuando la moral y el respeto a la vida dignifican esta relación.

Pero hay bastantes jóvenes y no tan jóvenes que parecen entender la donación como un episódico intercambio de satisfacciones afectivas y corporales. Les han enseñado que esto es lo espontáneo, lo natural y, por tanto, lo bueno. Pronto notan que tales relaciones no les están haciendo ser mejores personas y que esas uniones forjan cadenas de acero que aherrojan su personalidad en burdas esclavitudes.

Pienso que no es bueno ni noble, por ejemplo, que en días calurosos chicas muy jóvenes vayan por la calle vestidas como si estuvieran en su habitación o a punto de pisar la playa. Hay una cosa que se llama categoría y estilo que se opone a la facilonería y a la vulgaridad. Nuestras grandes ciudades no son lugares bucólicos sino inmensas  concentraciones donde hay todo tipo de personas, algunas indeseables –al menos temporalmente- que pueden desencadenar tragedias.

       Un principio de desorden

 Toda persona con un mínimo de madurez se da cuenta de que lleva dentro de sí, junto a muchas cosas buenas, un principio de desorden. Solemos pensar demasiado en nosotros mismos y nuestro amor propio se inflama con frecuencia. Sin embargo, otras veces nos juzgamos con una severidad demasiado dura. La corporalidad también participa de esta paradójica desdicha. La persona humana, en alma y cuerpo, lleva en sí una fractura. Pero tal fractura es la ocasión de abrirse a un principio de salud corporal y espiritual que va mucho más allá de nosotros mismos; tan solo hay que saber encontrarlo y nunca está lejos para el que lo busca sinceramente.

La sexualidad es algo bueno y noble. Sin ella no existiríamos. Pero como toda dimensión del ser humano tiene que ser educada. Me parece muy importante que el planteamiento humano y cristiano de la educación de la sexualidad se haga sobre una valoración muy positiva del cuerpo. La corporalidad no es uniformemente significativa. El pudor esconde lo que siendo algo noble podría ser deseado fuera de tiempo y lugar. No somos bambis de la floresta que pastan y berrean tierna e inocentemente. Somos personas humanas, con un profundo sentimiento ético de la vida. O vamos hacia arriba o caemos hacia abajo. No nos encontramos en las suaves planicies del bambi o de la vaca y cuando alguien se sitúa en ese lugar puede ser corneado con facilidad.

La historia de la humanidad es pródiga en guerras y espantos pero lo es mucho más en entrañables relaciones familiares y amistosas. La valoración del ser humano puede ser muy positiva teniendo en cuenta de que cada uno llevamos gérmenes del mal y frutos de codicia. Hay otros que consideran que en la persona todo es inocencia para acabar por confesar que la historia de la humanidad es una génesis que carece de sentido.

Toda persona es libre y necesita poner en juego su libertad, hasta tal punto que con su vida se la juega. Otra cosa es caer en una errática autonomía donde cada uno es un dios para si mismo, un exclusivo sacerdote de su propia existencia que termina por confesar, ante la fuerza de los hechos, que es un animal sin esperanza. El hecho de que nos cueste la vida, de que no nos entendamos a nosotros mismos, es al mismo tiempo una invitación a abrir nuestra mirada al universo donde encontramos personas mejores, humana y espiritualmente, dispuestas a ayudarnos porque nos aprecian.

Paradojas cristianas

 La radical novedad que presenta el cristianismo se basa sobre asombrosas paradojas; citemos algunas: el cuerpo y su sexualidad tienen una grandísima dignidad pero hay que mantenerlos a raya con exigencia. En el matrimonio, el hombre y la mujer –seres de galaxias distintas- recorren  el universo del otro para encontrase a sí mismos. El amor esponsal es compatible con la virginidad. Dios, que es espíritu, se ha hecho carne.

La generosidad con los demás comporta sacrificio pero nos llena la vida de sentido. La generosidad, que no es desorden, tontería o dejación de derechos, nos vivifica, nos da alas. Por eso hay personas de edad avanzada que tienen un espíritu fuertemente jovial y aventurero. La lógica de la resurrección empieza ya en este mundo y es la lógica de los demás por Dios. El cuerpo humano es por el acto de ser de su alma: un principio de vida racional, espiritual e incorruptible. Por eso el dogma cristiano de la resurrección de la carne no es un imposible metafísico.

La buena escatología nos lleva al día de hoy, en el que la comida quizás no sea muy de nuestro gusto o un dolor es la espalda recorra nuestra digna corporalidad. Los días y los años pasan y el que fuera un cuerpo sano y robusto puede empezar a flaquear. Ese declinar corporal puede traernos en ocasiones algo de tristeza, pero junto a poner los medios para recobrar la salud puede ser bueno recordar unos memorables versos de Quevedo: “Cerrar podrá mis ojos la postrera/ sombra, que me llevare el blanco día,/ y podrá desatar esta alma mía/ hora, a su afán ansioso linsojera;/ mas no de esotra parte en la ribera/ dejará la memoria en donde ardía;/ nadar sabe mi llama la agua fría,/ y perder el respeto a ley severa;/ Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,/ venas que humor a tanto fuego han dado,/ médulas que han gloriosamente ardido,/ su cuerpo dejarán, no su cuidado;/ serán ceniza, mas tendrán sentido./ Polvo serán, mas polvo enamorado”.


José Ignacio Moreno Iturralde



viernes, 19 de julio de 2013

Sobre la personalidad de un "defensor de la vida"

¿Cómo ayudar a quienes parecen despreciar la vida? ¿Cómo orientar a las personas que, frente a situaciones límite, han elegido una salida que supone una tragedia porque han optado por el aborto o la eutanasia? Leer más